20 de septiembre de 2019
Han pasado quince minutos desde que Rodrigo se había comido una suculenta cena, preparada por él mismo, y ahora estaba lavando los cubiertos y el plato en donde la había servido, hasta que oyó el timbre de la puerta de entrada.
Enseguida dejó lo que estaba haciendo y abrió la puerta. Para su sorpresa no era más que Jason, que esperaba verlo al día siguiente en el aeropuerto, pero de eso no le importo tanto a Rodrigo, ni tampoco que viniera sin equipaje.
Luego de que Jason entrara y tuviera una agradable conversación con su novio, le dijo a éste que se tomaría un buen baño. Mientras tanto Rodrigo retomo su labor, no dejándola inconclusa; ni le dio tanta importancia que Jason demorase tanto en el baño, aunque ya había terminado de limpiar la cocina, y ahora se encontraba acostado en su cama, aun esperándolo.
Prendió la televisión y vio la primicia de última hora de un canal de noticias: ocurrió un accidente aéreo de un avión comercial cerca de esta ciudad a última hora de esta tarde, y se había cobrado la vida de cincuenta y ocho personas. Y, de repente, se asustó tanto cuando escuchó el nombre de su novio entre la lista de fallecidos de aquel fatídico suceso.
Mostrándose imperturbable y confuso, Rodrigo corrió directo al baño, abrió la puerta, que por suerte no estaba cerrada con pestillo, y no vio a nadie dentro en ese cuarto.
Pero vio una especie de mensaje en el espejo: Te seguiré amando sin importar que yo esté vivo o muerto. Escrito en sangre. Dentro de un corazón, ilustrado también con sangre. En un principio, Rodrigo se sintió sin habla y aterrado, pero luego comprendió de que también estaba enamorado de Jason, aunque él ya no exista en este mundo.