Solo pensar que pueda volver nos hace temblar hasta la convulsión. Siempre se nos aparece cuando estamos en la cama, intentando descansar y que descanse. Nos muestra el cadáver lívido de aquel hombre torturado hasta la muerte amarrado a dos palos. Luego viene la lluvia de conjuros en una lengua muerta incomprensible y cada palabra nos arde por dentro hasta hacernos vomitar. Nos dicen que seamos fuertes, que somos legión. Y que le pidamos fortaleza a nuestro dueño y señor. Pero nosotros solo le rogamos no tener que ver más a aquella figura negra que se empeña en rociarnos con agua bendita.