Me despierto de repente. Creo que por el penetrante dolor de cabeza. Estoy acostado boca arriba, sobre un suelo frio. A medida que voy reaccionando, me voy incorporando hasta quedar sentado. Intento abrir los ojos pero los parpados me pesan. Me llevo las manos hacia ellos y noto que están cubiertos de una sustancia seca que no me permite abrirlos. Esta sensación me transporta a cuando era niño, y me despertaba gritando de miedo, porque las legañas secas no me dejaban separar los parpados; y mi madre con mucha dulzura me las quitaba con té de manzanilla y un algodón.
Vuelvo a la realidad y me visualizo corriendo por el bosque. Es lo último que recuerdo. Salí a correr como cada noche, antes de sentarme a cenar solo en ese inmenso chalet, que heredé de mis padres. No logro recordar que pasó después.
Estoy algo mareado. Intento ponerme de pie. Ya empiezo a poder separar los parpados, aunque la oscuridad es absoluta. Me deslizo hasta llegar a una pared. Es de ladrillos y están empapados de humedad. Mis ojos todavía no llegan a adaptarse a la profunda oscuridad. De pronto recuerdo que siempre llevo un mechero en el bolsillo. No fumo, pero siempre he creído que es una buena táctica para ligar. Lo palpo pero no está.
Hay un silencio absoluto. Una mano se apoya en mi hombro. Entro en pánico y al girar de golpe, logro coger un brazo con mis manos. Lo cojo fuerte con la intención de no dejarle ir. Me muero de miedo.
Nos quedamos inmóviles durante varios segundos. Me tranquilizo y empiezo a recorrer la figura que tengo delante con mis manos. Me parece reconocer un cuerpo femenino. Por el pelo largo y por sus pechos.
Intento hablarle pero no puedo. Se me traban las palabras. Solo reproduzco sonidos. Quizás me han drogado y me cuesta vocalizar.
Ella coge mi brazo y tira de él como si quisiera llevarme a algún sitio. La sigo. Después de unos cuantos pasos se detiene y me coge el dedo índice. Tira de él hasta apoyarlo en una especie de pizarra. Noto que empieza a escribir con la yema de mi dedo sobre ella. Quiere decirme algo. Muy lentamente va deslizando mi dedo y creando letras.
Lo primero que escribe y logro interpretar es “NO”. Lo segundo “LENGUAS”.
Me congelo de frio.
Una señora mayor entra en una tienda de muñecas antiguas. Suenan las campanillas de la puerta.
El dependiente, de figura encorvada, esta detrás del mostrador.
- Buenas noches. En que puedo ayudarla?
- He visto el cartel que tiene puesto fuera. El de “Especial Navidad”. Colecciono muñecas de todo el mundo. Son mi debilidad.
- Ah, eso. Pues como sabrá, esta casa de muñecas, ha fabricado sus propias piezas desde hace generaciones. Lo que tiene de especial esta muñeca es su particular mirada. Si la mira fijamente notará que quiere decirle algo.
Lo siguiente que noto que ella escribe con mis yemas es “NO OJOS”.