Me acuerdo que me dirigí hacía la puerta atravesando el pasillo, y desde la pequeña ventana pude ver que te girabas mientras el pomo de la puerta rodaba. Podría haber salido, preguntar tu nombre, y cual es tu camino. Parecías nerviosa ¿Hay algún lobo que te persigue muchacha?
Y empezaste a correr por el camino que sale del bosque. Cometiste el error de echar la mirada hacía atrás y tropezaste con aquella rama. Baje un escalón y luego otro. Tú en el suelo llorabas, ¿Por qué? ¿Acaso, hay algún lobo que te persigue? Baje por fin el tercer y último escalón, y toque tierra, clavando mis garras en la húmeda hierba de la mañana.