El 15 fue un día muy activo en el apartamento, dos mujeres acompañaban a “Z” después de una fiesta que duró toda la noche anterior, completamente desnudas se arrinconaban mientras “Z” dormía recostado contra ellas, sus ropas se encontraban curiosamente amontonadas en una pequeña esquina entre el antiguo sillón y el muro; con el aire denso apenas se nota el respirar de los cuerpos, luego de un tiempo la mujer del medio abre esforzadamente los ojos, se siente confusa, no recuerda mucho, pero se alarma por la sensación extraña en su entrepierna, de un brinco sacude la cama y a los dos cuerpos con ella, se levanta tambaleante y el cuerpo le gana en peso haciéndola caer fuertemente contra el piso, fue un fuerte golpe en la cabeza, pero logra ponerse en pie, solo hicieron falta unos cortos pasos para llegar al baño; la segunda mujer al sentirse empujada por la primera apenas logra abrir uno de los ojos; “Z” sigue inconsciente, el movimiento brusco lo agito de tal manera que su cara quedó boca abajo contra el colchón descubierto y húmedo.
De pie y horrorizada, sus muslos se encontraban ensangrentados, pero eso ya poco el importaba, con los pies descalzos recoge los dedos para evitar ser tocada por la montonera de ratas que se agolpaban unos con otros entre un constante chillido agudo y aterrador; al reaccionar y a manera de reflejo su pie derecho da un paso hacia atrás sin notar que ya las pequeñas bestias se arremolinaban detrás de ella, un chillido estridente estremece fuera del baño y su pisada resbala con el cuerpo regordete de una rata haciéndola caer de espaldas entre el corredor; fue un golpe seco contra la cabeza perdiendo el conocimiento por algunos instantes… La sangre era olorosa, las pequeñas "ratitas" lo notaron primero, dando cortos pasos con movimientos repetitivos fueron acercándose poco a poco, la más gorda logro subir su pesado cuerpo al tobillo, mientras las compañeras se recostaban contra sus músculos gemelos, rosando la piel fuertemente; las más grandes al notar el olor, y como una masa homogénea, articuladas, empezaron a acelerarse y a chocar entre ellas; ya en los pies, varias la cubrían subiendo por las piernas, algunas, distraídas por el pequeño charco de sangre empezaban a bordear su cuerpo, otras, ya en los muslos, mordisqueaban la piel manchada por la sangre.
La masa homogénea cubría sus piernas casi por completo y un dolor intenso traspasa su cuerpo, al abrir los ojos el pánico corta su voz, entre quejidos y el manoteo desesperado logra empujar la gran masa negra que ya la cubría hasta los muslos, con algunos mordiscos en las manos y el ataque de algunas ratas sobre sus brazos, tambaleante, logra levantarse, apoyada contra las paredes casi sin poder caminar da tumbos arrastrando los pies por el corredor, —¡AHHHHH! Un nuevo ataque, otra vez las ratas mordisquean los pies y parte de los músculos gemelos…