Tom se despierta una mañana más, se levanta de la cama y se mete en el baño. Se ducha, afeita y pone su traje. Corre escaleras abajo, bebe el café de un trago y sale corriendo de casa.
Cuando llega a la estación de metro compra el periódico y se para unos segundos delante de la floristería de Marco. Unos instantes después observa como el metro entra en la estación.
Nada más entrar en el vagón se sienta al lado de una chica morena, alta y que lleva ramo de flores en la mano.
Tom llega a la oficina y saluda a sus compañeros. El director lo llama a su despacho, quiere hablar con él a solas...
Tras un largo día de trabajo llega a casa, saca una birra de la nevera y mete una pizza en el horno. Después de cenar se pone el pijama y va a descansar.
Son las 7 de la mañana y el despertador vuelve a sonar, Tom se mete corriendo en la ducha y una vez vestido baja a desayunar. Cuando llega al metro, compra el periódico y vuelve a ver a aquella chica rubia del otro día, ella le sonríe y le invita a acercarse. La gente empieza a amontonarse en el andén, Tom se siente rodeado, acosado, demasiada gente para tan poco espacio, el sudor le empapa la cara, la cabeza le va a explotar y no puede respirar. Mientras lleva la mano al pecho y bajo la atenta mirada de su compañera da dos pasos hacia atrás pero la avalancha de gente lo empuja a las vías, lo inevitable estaba a punto de ocurrir…
Tom despierta de golpe, con la respiración entrecortada, no puede evitar romper a llorar. Mira el reloj y salta de la cama, se mete en la ducha, afeita, viste y sale corriendo de casa. Cuando llega a la estación se encuentra con Rita, ella se acerca a él y le pregunta si se encuentra bien, está pálido y con las pupilas dilatadas. Él le explica que lleva días teniendo un sueño recurrente, en el que casi cae a las vías. Rita le coge la mano y le dice que para acabar con un miedo hay que enfrentarse a él, le aconseja que para romper con ese sueño tiene que tirarse a las vías y así perder ese pánico a morir atropellado por un metro…
Esta noche Tom decide hacer caso a Rita.
El despertador suena. Tom sale de casa. Llega al metro. El intenso olor a jazmín lo atrae a la floristería. De pronto recuerda el consejo de Rita, se asoma al andén y ve que el metro está llegando. Él observa a su amiga bajando por las escaleras y después de sonreírla decide precipitarse a las vías…
Las sirenas de las ambulancias invaden el metro.
La policía corta el paso y cierra la estación.
Rita ahogada en lágrimas, nunca pensó que su amigo terminaría suicidándose.